04 marzo 2007

Lembrança tocada pelo vento

El recuerdo puro no tiene fecha.
Tiene estación.
¿Qué sol o qué viento hacía
en ese día memorable?
Bachelard


Basta con abrir el viejo libro para tocar el viento de aquel día.
En él habita seu João. Aún era un misterio de ropas claras, ojos oblicuos y gestos serenos - tan diferente de la profesora anterior, llena de prisas y que conjugaba el verbo deber como nadie en la escuela. Pues ya se iba la segunda semana de clases y – alegría nuestra - ninguna lección para casa. Recordando bien, ni siquiera en la sala de aula. Parecía que le interesaba menos enseñar gramática y más escuchar tonterías de niños. Charlas sobre cometas, hormigas, baños de río y piernas lastimadas por caídas de los árboles tenían gran importancia.
Pero, aquel día - viento fuerte, tan fuerte - no fue dedicado a la conversación, o a la prosa, como decía. Seu João llegó con sus colores claros, nos saludó y se sentó en la mesa. Abrió una sonrisa y un libro de portada verde.
Entonces fuímos a descubrir su don para la hechicería. No había otra explicación. Su voz era un pájaro dando vueltas en el aire y viniendo a posar, inquieto, en algun lugar dentro del pecho. Pues que de repente éramos todos un sólo niño pobre que lustraba zapatos en las calles de la ciudad y hacía confesiones a un árbol. Éramos un Zezé dolorido de miséria y cruel desamor. Corazón aliviado sólo en el encuentro con un viejo portugués - el conocer en fin de la ternura... Y faltaban aún tantas páginas...
Contando histórias, ojos enamorados de palabras, seu João fue abriendo las puertas de un mundo encantado y sin fronteras, de viajes sin fin. Mientras tanto, dona Delair, que cuidaba de la Biblioteca, empezó a quejarse a la dirección porque no tenía más sosiego, que necesitaba ayuda, que no podía con la confusión de niños y, ¿qué hambre era aquella de repente por los libros?...

.....
(Un atardecer, muchos años después, en un banco de plaza, le comenté que era culpado de yo no saber regalar otra cosa a un niño que no fuera un libro con una bonita historia dentro. El viejo profesor, mirada amorosa, apretó mis manos con mucha fuerza. Por un largo tiempo. Que dura hasta hoy.)



Mi Planta de Naranja Lima (fragmento)
José Mauro de Vasconcelos

Comimos huevos, salame, banana, pan, como a mí me gustaba. Fuímos a beber agua en el río y volvimos debajo de la Reina Carlota.
Ya se iba a sentar cuando le hice una seña para que se detuviera.
Coloqué la mano en el pecho e hice una reverencia al árbol.
- Majestad, su súbdito, el caballero Manuel Valadares, es el mayor guerrero de la nación Pinagé... Y nos vamos a sentar debajo de la señora.
Nos reímos y luego nos sentamos.
El Portuga se extendió en el suelo, forró con el chaleco una raíz de árbol y dijo:
- Ahora llegó el momento de echarse un sueñecito.
- No tengo ganas de dormir.
- No importa. No voy a dejarte suelto por ahí, travieso como eres.
- Me pasó la mano por encima del pecho y me hizo prisionero. Nos quedamos un largo tiempo mirando cómo las nubes escapaban por entre las ramas de los árboles. Había llegado el momento. Si yo no hablaba ahora, nunca más lo haría.
- ¡Portuga!
- Hummm...
- ¿Estás durmiendo?
- Todavía no.
- ¿Es verdad eso que le dijiste a don Ladislao en la confitería?
- Caramba, son tantas las cosas que le he dicho a don Ladislao en la confitería...
- Sobre mí. Yo escuché. Desde el coche lo oí todo.
- ¿Y qué escuchaste?
- Que me quieres mucho.
- Claro que te quiero. ¿Entonces?
- Me di vuelta sin libertarme de sus brazos. Miré sus ojos semicerrados. Su rostro, así, quedaba más gordo y más parecido al de un rey.
- No, quiero saber a fondo si me quieres.
- Claro que sí, bobito.
Y me apretó más para probar lo que había dicho.
- Estuve pensando seriamente. Tú tienes sólo a esa hija que vive en “El encantado”, ¿no?
- Así es.
- Vives sólo en aquella casa con dos jaulas de pajaritos, ¿verdad?
- Así es.
- Dijiste que no tenías nieto, ¿no?
- Así es.
- ¿Y dices que me quieres?
- Así es.
- Entonces ¿por qué no vas a casa y le pides a papá que me regale a ti?
Quedó tan emocionado que se sentó y me tomó la cara con las dos manos.
- ¿Te gustaría ser mi hijito?
- Uno no puede elegir al padre antes de nacer. Pero si hubiese podido hacerlo te hubiera elegido a ti.
- ¿De veras, muchacho?
- Te lo puedo jurar. Además, sería una persona menos para comer. Te prometo que no hablo ni digo más palabrotas, ni siquiera “traste”. Te lustro los zapatos, cuido de tus pajaritos en la jaula. Me vuelvo totalmente bueno. No va a haber mejor alumno en la escuela. Hago todo, todo bien.
No sabía qué contestar.
- En casa todo el mundo se muere de alegría si pueden darme. Va a ser un alivio. Tengo una hermana, entre Glória y Antonio, que fue dada en el Norte. Fue a vivir con una prima rica para poder estudiar y aprender a ser gente...
El silencio continuaba y sus ojos estaban llenos de lágrimas.
- Y si no me quieren dar, tú me compras. Papá está sin nungun dinero. Seguro que me vende. Si pide muy caro puedes comprarme a crédito, así como hace don Jacobo cuando vende...
Como no respondiera, volví a mi antigua posición y él también.
- Sabes, Portuga, si no me quieres no importa. No quería hacerte llorar...
Acarició muy lentamente mi pelo.
- No se trata de eso, hijo mío. No es eso. La gente no resuelve la vida así, con una sola maniobra. Pero te voy a proponer una cosa. No podré sacarte del lado de tus padres ni de tu casa, aunque me gustaría mucho poder hacerlo. Esto no está bien. Pero de ahora en adelante yo, que te quería como a un hijo, voy a tratarte com o si realmente lo fueras.
Me erguí, exultante.
- ¿Verdad, Portuga?
- Hasta puedo jurar, como tú dices siempre.

Hice una cosa que raramente hacía o me gustaba hacer con mis familiares. Besé su rostro gordo y bondadoso...

(traducción Haydeé M. Jofre Barroso, Editorial El Ateneo)

9 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Secillamente maravilloso. Me faltan palabras... Besos.

Osselin dijo...

Hola Tània:
Yo también tuve un gran profesor. Era de Literatura Española y nos hizo amar los libros.
Yo me crié entre libros (no teníamos tele, ni radio...eramos bien pobres pero teníamos...Biblioteca Pública!)
También era un niño atípico me encantaba, y me encanta, hablar con la gente mayor.
Repito aquí una poesía qeu puse en mi blog:
Hoy viene a la memoria//la ancianidad doblada junto al fuego//prendida la mirada en la llama ondulante// que inquieta zigzageaba.
Yo no tenía historia para advertir entonces//el perfil aquilino de mi abuela.//Ella era mi lado la cierta referencia.//Me hablaba de la luna, del estrellado cielo,// de los hombres que mueren en la guerra.
Las dos junto a la lumbre oyendo el crepitar//de las cepas resecas,// en un cuadro feliz a esas edades.//Todo fue en el comienzo,// sin letras que juntar ni abecedarios.//Era su nombre abuela y me bastaba.//Si el pan entre las manos ella decía pan,// y después lo dejaba en mis manos pequeñas.
Poderosa sabia de las horas,// según la raya justa marcada en el alero,// Me abrigaba en el lecho con su cuerpo anchuroso de manteca// y despertaba el día con palmadas,// dejando que la luz invadiera la estancia// que yo aprendiera a ver tanta armonía// desde tan poca cosa...
Luchó por ahuyentar presagios y tristezas//Nunca pudo soñar// que yo viajara un día a Capadocia, o , emocionada, viera un aVirgen del Giotto

Siempre, en el patio encalado, anunciaba su flor el jazminero.
Dionisia García.

Gracias por traerme esos recuerdos.

Juan B. Morán dijo...

Tania

Lo que has escrito hace que te sigamos en tus palabras en lo que quedó en el aire de un libro.

Creo que yo también me puedo identificar con esa libertad que dan las palabras, la literatura, sobre el paisaje arido, escueto de la humildad. Los libros en la infancia son como navíos que anticipan la vida, nos llenan de presencias, preguntas, emociones y misterios.

Y todos esos profes. Siempre he dicho que he tenido suerte por conocer a excelentes personas que no sólo cumplían su rol, sino que daban mucho más. Se daban y al hacerlo nos hacían participar de lo importante que es vivir. El sentido que queremos poner a nuestros días.

En la infancia la vida está abierta, como una primera mirada, como una primera memoria a la que volveremos una y otra vez. Recuerdo que yo era un niño al final del franquismo y mi casa estaba llena de libros prohibidos. Eso mismo daba a la palabra su ìnmenso y verdadero valor.

Gracias por todo lo que has despertado.

Anónimo dijo...

me quedo con el ahogo de la literatura, como un sauce a punto de llorar, precioso!
saludos!

Anónimo dijo...

Las palabras siempre nos remontan las estaciones de esos días inesperados como tormentas.
Sentir el ritmo de las letras como una lluvia efervescente en las venas nos invita a la libertad soñada.

Me encantó, Tania!
Te dejo mil besosss!

Tania dijo...

Gracias, Isabel, la contadora de bonitas historias…. Me alegra que pases por aquí.

Qué poema hermoso, Osselin, no conocía esa poeta. Gracias, es una bonita aventura ir descubriendo ese mundo que habla vuestra lengua. A mi también me encanta hablar con los mayores, escuchar sus historias, sus recuerdos… trozos de vida que me enseñan que lo que se mantiene vivo en ese nuestro caminar son los momentos donde el afecto se hace presente. Casi siempre, pequeños y sencillos momentos.

Yo también, Juan, he tenido la suerte de encontrar en mi camino muchas personas que, como ese profesor, se donan mucho más, que nos enseñan a mirar… y tantas veces me pregunto si esas personas se dan cuenta de que sus gestos hacen casa, abrigo, dentro de nuestro pecho, y por ello, más allá del tiempo, forman y formarán siempre, parte de lo que somos…

Pérsio, otro día, encontré este pequeño poema:

"Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurró al oído:
-¿Por qué lloras, si todo
en ese libro es de mentira?

Y él respondió:
-Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad."
(Ángel González)

Me resultó precioso, por eso muchos libros tienen las marcas de nuestras lágrimas.

Sí, Ártemis, es así como lo dices – y lo haces de manera hermosa -, esa invitación a la libertad soñada.

Gracias y un abrazo grande a todos.

Anónimo dijo...

El hambre de libros es de la clase de hambrunas que tiene que seguir existiendo. Es estupendo contar con clubs de gourmets que ayuden a saborear y a conocer nuevos platos para poder seguir hambrientos.

Besos para todos los comensales y hambrientos de letras de este blog.

Volvoreta

manuel_h dijo...

preciosa el fragmento y preciosa tu introducción. los maestros deberíamos ser así, aunque no siempre sabemos.

beso

Tania dijo...

Volvoreta y Manuel: muchas gracias por pasaren, por los comentários. Os dejo un abrazo.

Buen fin de semana!