21 marzo 2006

La rosa

Dejo atrás los viejos dolores en la ceniza, el tiempo del olvido,
dejo atrás la realidad natal y a mis dioses iracundos
sin la dedicatoria de mis días.

Roto ya el gozne oxidado, sólo quiero ya la rosa.
La rosa que se descifra detrás del miedo,
que llama en el viento, en el horizonte
y vibra en los días sin mentira.

La rosa que es rosa porque se da viva,
más cierta que la rosa misma.

La rosa diminuta y cósmica, la isla del sentido, la ofrenda imprevisible,
la rosa que arde en el rastro de unos ojos sinceros;
la rosa que es un dibujo en el vaho de los días vacíos
por el que se ve la desnudez de la nada y el camino único
que nos espera en algún lugar como una mano tendida,
como un lecho donde alguien dibuja nuestro hueco que le falta.

La rosa salvaje que se desanuda en las palabras,
que vive en los besos como animal indómito
y urde y teje el símbolo y el signo de las entrañas.

La rosa perdida que no nos abandona; la rosa traducida
en el hondo río de la vida, en el anhelo del corazón;
la rosa universal que todos los seres conocen
en el silencio en el que lo inaudito
nos desarma y nos desnuda de viejas razones;
la rosa que nos despierta y nos vuelve la rosa única.

La rosa, la pregunta que nos interroga y nos hace renacer.

La rosa, las entrelíneas de una carta de amor
que no nos atrevimos a escribir nunca.

La rosa única de un encuentro,
la rosa, la senda de tu misterio,
celebración de que tú eres la rosa,
simple y sencillamente tú.

La rosa, animal despertado de su ausencia
con su delirio y su sed de vida.
Niño que fuimos alguna vez que viene a visitarnos,
y nos trae un pájaro de nubes entre las manos.

Sólo quiero ya la rosa, tu misterio de rosa,
tu forma de rosa, tu sed de rosa.



15 marzo 2006

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras


Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras,
se miran, lo siento aquí en el corazón estremecido
y en cada sentido llamándome,
convocándome sencillamente a vivir,
abriendo un rastro en el tiempo,
como las flores se abren al sol
ciega, lúcida, vivamente
sin importar la desolación, la muerte, el fin.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.

Tu belleza que lo es por ser lo más vivo,
rosa frágil de fuego y de ímpetu contra las losas,
contra lo cotidiano gris, contra la domesticación,
contra la razón oscura cuando la razón
es lo que hay escondiendo la muerte.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.
Siento su hacer inefable cual promesa
que hubiese existido antes de ser pronunciada,
vida que despertara entre las cenizas
y llamara a días, soles y caminos recobrados.

Tu belleza y mi sangre nos llaman
sin pronunciar nuestros nombres,
palabras jamás dichas sin bordes afilados.

Dicen un mundo minúsculo mientras sonríes.
Más allá de nosotros mismos,
rompen las palabras para que podamos nacer de ellas,
horadan el ayer que nos ciega.
Dicen mar, dicen caricia, atardecer cálido,
dicen todo el abismo florece en tus labios,
sin preguntar si me amas o si te amo.
Sin saber que será mañana
o si todo fue mañana,
un espejismo que nos hizo vivir y renacer.
No preguntes por qué, sólo maravíllate de su grandeza.

Se dicen: mira la luz escrita en la arena
tiene el mismo misterio que tus ojos encendidos.

Cantan un rastro dulce en los labios,
otro mar inmenso, invisible.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.
Sonríen rojo color de anhelo.
Dicen emociones hechas
de las flores salvajes
que cultiva el niño inocente
perdido en el tiempo.

Juegan dulcemente.
Danzan siendo el misterio del ser.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.

Se tocan el corazón
saliendo de sí mismas exhaustas,
perdidas en mitad de ciudades
donde todos somos extraños.

Dicen despertares de colmado llanto,
a borbotones con ansia de animal,
y todo se explica sin nombre y sin delirio.

Se dejan a sí mismas llevarse
en la espuma marina del abrazo
que dibuja seres, formas como las nubes.

Y todo cabe en un temblor
y en un murmullo leve y frágil,
sin palabras que sirvan para ser cárcel,
sin vocabularios como cajones vacíos
donde el alba ya no es alba,
porque perdió el rastro de su realidad.

Se convocan con palabra viva,
palabra del sueño que nace,
dice, enciende, que vuela y toca
el fervor de la sangre
prendida en tu semblante,
ardiendo en tus ojos
y resuena con su silencio
dentro de mí.

13 marzo 2006

Tanka


Desnudándose,
desató su sed clara
de otra dicha,
la senda escondida
robada a la nada.


A solicitud de Aether( http://paranopensar.blogspot.com/), contribuyo a ese pequeño río que fluye por Internet y dejo aquí este Tanka algo filosófico, reconozco que el primero que me vino a la cabeza tenía un matiz más erótico pero lo he dejado para mejor ocasión.Y ya que he de proponer su continuación, sugiero a Poética Digital (http://www.poeticadigital.com/) y Biosofía (http://filosofiadelalibertad.blogspot.com/), que sigan haciendo fluir este resonar de las palabras.
Saludos.

Reglas:

• Cada jugador invitará a dos participantes, indicando las reglas del juego y avisándolo en su blog.

• El invitado al que se pasa la estafeta, iniciará la composición con la frase “pivote” del participante anterior, quien deberá resaltarla con cursiva y en color rojo.

• La forma será de tanka (tipo de poesía tradicional japonesa.) La estructura constará de cinco versos de 5-7-5-7-7 sílabas. Un Tanka puede ser un texto, dividido en cinco partes, usando treinta y una sílabas o menos, permitiendo que fluya la prosa poética dictando la longitud de las líneas que quedarán separadas por signos de puntuación. (La disposición de las sílabas puede ser irregular pero siempre conservando el mismo número de versos). El invitado elegirá la unidad rítmica que prefiera.

• Debe existir el concepto de “pivote”, o eje del poema: en algún punto de la tercera línea va a existir una imagen que relaciona o liga las dos primeras líneas con las últimas.

• El tema será libre

• Cada participante debe señalar el blog del que proviene y enlazar a los blogs invitados.


02 marzo 2006

Canto en la bruma


A Tania


Dulce lamento, dicha recobrada en el ansia,
flor recogida en el ímpetu de la ola
del cálido mar dibujado en el cielo de otro mar.
Dolorido sueño y desvalido que jamás se cumple
condenado a ser errante sombra en el mundo,
a no encontrar su consumación en los días,
a vagar sin reposo, sin ser de aquí o de allá,
ni cierto, a no ser más que en el espacio de la noche,
cuando todo parece un canto borracho de bruma
y nada se resiste en la imposible geometría rota
y el ciego cree ver en la tiniebla
sin saber que sólo desea
ser los ojos que miran y descubren
ignotos signos y gestos.

Vida desgastada de desvivirse,
vida derrotada, vida dolorida,
presintiendo su infinito,
sin encontrarlo nunca.

Vida que llora las lágrimas únicas,
esas que horadan y vencen
la dureza de la piedra y el hierro
de prisiones cotidianas.
Vida que llora las lágrimas únicas
que lavan las heridas y las llagas
que hace la cincha de la noria absurda
donde desfallece atado un corazón
que no se alimenta
de un pan rastrero, mísero y baldío,
igual todos los días.

Corazón hecho para horizontes
surcando labios, otras vidas, cielos,
siendo simiente de inmensidades.

Corazón, signo de un pequeño dios
de ojos vivos de llama, encarcelado
detrás de las apariencias cegadoras,
pequeño dios que desata los nudos del dolor en el dolor,
libera su mudez de tierra polvorienta buscando el agua,
para hacer germinar con esa lluvia la serenidad y la dicha,
que nacerán entre los días de aire y cielo
hasta sostenerse como flor de ternuras,
que cantarán su vuelo recobrado.


Corazón, pequeña llave encontrada
que cabe en la hendidura de un instante,
y abre otros cielos alguna vez presentidos
sobre una presencia, una lágrima,
una mirada o un abrazo, y deja en el aire
una palabra de piel y espuma que siente
su pequeña fuerza contenida, su abismo,
germinando en la intemperie,
haciendo de su dolor raíz de inocencias.

Corazón, voz que habita en la voz
en un silencio que desde un sueño
abierto y luminoso, robado al olvido,
será la rosa de la grana de un mediodía,
que llama a ser la llama sincera,
en los senderos borrados en la niebla,
entre azares y encuentros.

Fuerza que es debilidad inmensa.
Cristal que estalla en fragmentos
y un lento hacer oscuro y sin memoria
lo reconstruye, rehace el roto vahído,
restaña las arterias y los sueños
del caleidoscópico corazón.

Huella de otra vida intocable
en los ojos de un niño
toda una promesa intensa
de porvenires azules,
de nubes que pasan.

Amor sin nombre que se roza alguna vez,
cuánta alegría que nos devuelve
a la primera memoria en la que nacimos
y desvanecidas claridades olvidadas
llevan a paisajes de luz
en las oscuridades desvencijadas.

Cálida presencia escrita en la huella dejada
por algo que pasa insomne, incansable,
y deja sonidos en las sombras
y en los bordes del silencio transparencias
donde el horizonte se pierde y se busca.

Yo vine a vivir. No lo olvides.
Yo vine a buscarte siendo tu sueño en el aire,
una danza sobre las aguas oscuras,
tu balsa de naufrago y tu promesa,
de vida auténtica que se abraza
como se abraza con ímpetu a una persona amada
en un solo gesto, vocación profunda.

Flor del fuego que no abrasa
ni cree en su destino de ceniza,
raíz oculta o entraña,
rastro de otra vida deseada
en el desierto árido y lúgubre.
Yo soy manantial oscuro sin memoria herida,
un manar, un originarse, un regresar, un retorno,
un reencuentro que es un renacer.