23 noviembre 2009

Mais além dos postais

A vida é o que fazemos dela. As viagens são os viajantes. O que vemos, não
é o que vemos, senão o que somos.

Fernando Pessoa


Y de repente, el corazón se dio cuenta de lo que fue forjado en un tiempo sin tiempo.

Había ahorrado todo un año para un viaje. Me habían contado tantas veces que, en otras partes de este país, el mar tenía azules y verdes más hermosos que en mi imaginación. Nunca me había ido más lejos, tenía veinte y pocos y los recorridos hasta entonces se limitaban al interior de São Paulo, algunas veces a su litoral. Así busqué una oficina de turismo, fue donde una chica distribuyó cuidadosamente sobre la mesa una serie de postales. ¡Ah!... y los ojos se perdieron, fascinados, dentro de los preciosos paisajes. Qué difícil fue elegir tan solo un lugar...

Cuando el avión partió, un pequeño escalofrío tomó cuenta del cuerpo, pero en la llegada era el alma que se estremecía de emoción, el mar cada vez más visible, como queriendo abrazar la hermosa ciudad. Sí, y cuantos matices puede tener el mar... Entonces se siguieron días intensos. Había que despertar temprano, pues a las siete un autobús ya esperaba delante del hotel. El guía, un chico guapo y simpático, nos llevaba de un rincón a otro – playas y iglesias, ruinas y parques, museos y lugares dónde ocurrieron los hechos leídos en los libros de historia. Quedábamos un rato en cada lugar, el tiempo necesario para ver todos los paisajes que ilustraban las postales y, claro, tomar nuestras propias fotos.

Pero al fin del viaje, nuevamente en el avión, yo intentaba traducir lo sentía. Sí, estaba feliz, ver tantas cosas hermosas pintaba la mirada con nuevos colores. ¿Entonces qué es lo que el corazón intentaba hablarme silenciosamente? Era como si me dijera que había faltado algo...

Luego el pensamiento se volvió para aquellos pequeños viajes de infancia. A mi padre le gustaba tanto viajar. Y si la vida humilde no permitía atravesar grandes distancias, nos llevaba a conocer cada pequeña ciudad alrededor de la nuestra. Me acuerdo que salíamos antes del amanecer y muchas veces sin destino cierto, la carretera casi vacía, el sol desparramando sus primeros rayos sobre las plantaciones, acariciando casas, ríos y montañas. Llegábamos a un pueblo cualquier y descubríamos sus calles y plazas, desayunabámos en una panadería o bar. Y yo me admiraba porque sin más, miraba a mi padre y ya estaba él conversando con alguien, contando y escuchando historias - proseando, como se dice por aquí. Y quien desde fuera viese la escena, pensaría tratarse de una charla de amigos de mucho tiempo. Tenía tal vocación para la amistad, que muchas veces luego estábamos comiendo o pasando algunos días en casa de gente que hasta poco, ni sabíamos que existía... Y nunca pude me olvidar de como la emoción inundaba sus ojos oscuros, a cada despedida. Personas antes desconocidas ya le hacían nacer saudades.

Y me di cuenta de que los próximos viajes habrían de ser diferentes. Sin que un autobús me llevara de un lugar a otro con tiempo marcado. Mis horas precisaban de libertad y comprendí que no pasaba nada no pudiera ver todos los paisajes postales, porque el corazón reclamaba por andar sin reloj. Reclamaba por tener tranquilidad para sentir la música del viento, las caricias del sol o el sabor de la lluvia. Reclamaba oír con atención la voz del mar y de los ríos, de los árboles y de la gente. Reclamaba, sobre todo, tener tiempo para la ternura del encuentro.

Si hoy abro mi caja de postales, me emociono. Porque me acuerdo que más allá de los paisajes allí dibujados, mi alma guarda historias que no están en los libros. La anciana que en los atardeceres se sienta al lado de la estatua del poeta. El pescador que colecciona piedras y conchas para el hijo que va a nacer. La niña que es como una sirenita negra nadando en el mar verde. El chico que con sonrisa tímida invita a bailar. La mujer que se ilumina recordando el día en que conoció su amor. El vendedor de collares que regala una cinta de tejido amarillo, asegurando que, envuelta en el pulso, realiza sueños. El hombre del campo que no contiene las lágrimas delante del árbol plantado por su abuelo. Los artesanos que mientras moldan la belleza con las manos, tejen pequeños cuentos cotidianos. Y tantas otras pequeñas historias, tristes o alegres, de la vida común - como la mía o la tuya. Pero a su tiempo extraordinarias, en la belleza de compartir lo que se mantuvo vivo en el corazón (pues, ¿no es verdad que si te cuento una história mía, te regalo un poquito de mí?, ¿y si me cuentas un recuerdo, no me das un poco de ti?).

Link para una canción aquí.


10 octubre 2009

Acróbatas de la vida



Malabaristas de la existencia. Acróbatas que se obedecen sólo a sí mismos en este viaje sobre el vacío, la soledad, el dolor. Equilibristas sobre alambre de espino. Saben que vivir es decir sí y abrazar conscientes este salto mortal sin red. Trapecistas, hijos del aire, porque la gravedad es lo contrario del deseo y el deseo es un manantial que nace en su pecho, nadie sabe qué quiere ni de que patrias oscuras viene, pero habla el mismo lenguaje que el universo, y se lee en una rosa, en el agua débil que todo lo puede, en el bosque salvaje habitado por pájaros de dulces cantos que oímos en la senda única que somos nosotros mismos. Se lee en unos ojos que guardan su inocencia y su presencia. Y se dejan llevar por él no importa a dónde, porque lo que es vital para ellos es el camino, cualquier camino, incluso el más humilde de todos.

Dicen sí, dicen: amo, anhelo, necesito que me sostengas para no sucumbir, mientras bailan un instante en el aire la danza que la gravedad no puede arrebatarles. Ríen en mitad de la oscuridad y su alegría es la mejor estrella que tiembla por su inmensa vitalidad y que guía a los náufragos en las noches. Se dejan volar aunque no tengan alas en los costados, porque saben que sólo existen si son libres y también saben que danzar en el aire es encontrar su verdadero destino. Sólo tienen un impulso milenario y unas manos abiertas con las que asirse y con las que sostener a sus compañeros del aire, con las que dar aquello que nunca fue suyo.

Dicen: vive, vuela, yo no te dejaré caer, mientras ellos también son llevados por otras manos invisibles en el dulce verano como en la tempestad que todo lo arrebata.

Y si caen en su vuelo imposible, en ese salto mortal, se extinguen en el polvo sabiendo que vivir no es otra cosa que arrebatarle a la muerte su sentido. Haber sido el infinito en el instante de una rosa.


















De la serie acróbatas de la vida

11 septiembre 2009

Entrevista a Jacob Bañuelos en Foto DNG nº 37



Estimados amigos y amigas:

En esta ocasión quiero presentaros el número 37 de la revista FOTODNG, que dirije Carlos Longarela. En este número además de artículos interesantes, como viene siendo costumbre en la trayectoria de la publicación, podéis encontrar una entrevista que he realizado a JACOB BAÑUELOS, por la reciente publicación en México de su obra Fotomontaje, que también ha sido editada en España en 2008.

La obra de Jacob culmina muchos años de estudio en torno a la historia del fotomontaje. Su obra tiene tres núcleos:

- La historia de este género como una de las referencias en el universo de la fotografía desde su nacimiento, su enriquecimiento gracias a las vanguardias y su etapa más reciente.

- Una historia del fotomontaje español, en la que nadie había entrado hasta ahora.

- La perspectiva que abre la era digital para este género fotográfico.

El fotomontaje como creación, como libertad expresiva: “ La realización de un fotomontaje está emparentada con la necesidad de ampliar las posibilidades expresivas de la fotografía; pero también responde a un medio diferente de tratar el medio fotográfico y la realidad. Esto es, exponer una idea a partir de fragmentos visuales distintos o iguales” (1)

También en la entrevista podéis encontrar lo que piensa Jacob sobre la relación entre poesía y fotografía. De hecho a mi modo de ver su obra permite de una manera nítida reconocer esta unidad. Jacob aborda la lectura de imágenes como unidades de sentido, analiza la equivalencia de los recursos poéticos: metáfora, símbolo, metonimia, etc. en la construcción de imágenes. Lo que viene a poner de manifiesto que en la historia de la fotografía hay también una historia de la poesía visual.



Dice Jacob en la entrevista: “la poesía es una experiencia sobre el orden de las cosas, una experiencia por tanto existencial. La poesía siempre nos habla de la existencia, nos pregunta, nos reacomoda, nos sitúa o nos descoloca para decirnos donde estamos”. Y ese numen de la poesía también tiene su lugar en el universo de la fotografía.

Quiero agradecer a Jacob su disposición para responder el cuestionario que le envíe. A Carlos Longarela su publicación en Foto DNG y su difusión generosa, y a Arturo Ávila, quien asistió a la presentación del libro en la Ciudad de la Imagen en México D.F. y tomó las fotografías que aparecen en la citada entrevista y en esta entrada.

(1) Jacob Bañuelos, Fotomontaje, Editorial Cátedra, Madrid, 2008



24 agosto 2009

Homenaje a Miguel Hernández


Pequeño homenaje visual a un poeta



"Alto, alegre, libre, libre
sólo por amor.
No, no hay cárcel para el hombre."



"Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor."

Miguel Hernández

26 junio 2009

Papiroflexia, de Beatriz Alonso

El título anuncia un tema que tiene que ver con el arte delicado de dar a un trozo de papel la forma de la imaginación. El escenario es una librería de Madrid, para donde somos invitados, con mucha sensibilidad, a entrar por un momento...
Es para nosotros un honor y una alegría poder presentaros el nuevo cortometraje de Beatriz Alonso. Una pequeña y preciosa historia que nos hace sonreír, la magia del cine nos hablando de las emociones nacen en el cotidiano, en medio de un día cualquier... Gracias Beatriz.

Espero que os guste.



Las paginas de Beatriz:
web: Cartas sin sellos blog: cartas-sin-sellos.blogspot.com

12 junio 2009

Guardado dentro dos olhos

Onde é que guardo o tempo?
Agora posso dizer-vos que é dentro dos olhos.
Fernando Guimarães


foto: Cláudio de Oliveira

I

Encontró una excusa cualquiera para salir a caminar sola. Hacía mucho que no regresaba para aquel pueblo, el corazón se sentía extranjero. Atravesó el pequeño puente en forma de arco, que en realidad había perdido su sentido. Antes servía para que la gente lo atravesara mientras el tren cruzaba la ciudad, ahora los raíles casi no se dejaban ver, tomados por tierra y vegetación. Se paró delante de una casa azul, sus ojos se esforzaron por encontrar alguna señal que le dijera que sí, que era aquel el sitio donde había pasado tantos Veranos. Sus manos tocaron la ventana de aluminio, fría.
Una mujer abrió la puerta y, tras un momento, se reconocieron aunque sin familiaridad. Le invitó a entrar, hablaba bastante y parecía feliz por tener a quien mostrar como había quedado todo después de la reforma - de la manera que lo había soñado cuando compró la propriedad. Y no fue por maldad que completó: “todo quedó tan hermoso, ¿verdad? ni vestigio de la vieja casa de tus abuelos”.
Algo dolió en su pecho, pero fue calidez que inundó su alma cuando llegó al patio. No habían derrumbado la planta de jabuticadas. Los frutos, aún pequeños y muy verdes, se agarraban a las ramas con la fuerza y la fragilidad de la vida. Crecerían rápido y luego se pintarían de casi negro, abrigando en su dulzura un sabor de felicidad. Acarició el tronco del árbol, el sol se escapaba por entre las hojas, haciendo caricias en su rostro. Le nació una sonrisa y el pensamiento de que aquella mujer se engañaba, más que vestigios, la vieja casa todavía existía, bastaba con cerrar los ojos para encontrarla.

II

La ventana de madera había ganado el color verde desde el último Verano. Abría para la calle, encontrando al otro lado casas humildes, árboles, una rosa amarilla intentaba huir por entre las rejas blancas. Hesitó en cerrarla, aquella noche el cielo era un mantel negro bordado de estrellas - y tenía la sensación de que, si se atrevía, podía tocar la luna con sus dedos. Al fin decidió ir a dormir. Flores azules decoraban las sábanas blancas, de donde brotaba el olor de tejido recién lavado y tendido al sol por horas llenas. Todo sería silencio si no fuera la canción lejana de los grillos y, vez en cuando, desde la calle llegaban los sonidos de los pasos sin prisa de los enamorados, a veces una risa dulce de mujer.
Un gallo le despertó junto con la madrugada. Se acordó del tren y una sonrisa posó en sus labios, ya nadie extrañaba que se escapara por aquellas horas.
Abrió con cuidado la puerta de la sala, la calle estaba desierta. Los pies iban desnudos sobre el asfalto tibio y, cuando ocurría de pisar en el césped o en la tierra roja, pequeños estremecimientos recorrían su cuerpo.
Las primeras luces del alba pintaban el cielo cuando se sentó bajo de un árbol, ¿sabéis el perfume que tienen los mangos en enero?. Esperó que el suelo temblara suavemente y una pequeña luz apuntara en el paisaje. El tren nunca paraba en aquel pueblo – puntito sin importancia y perdido en el mapa, un día se lo explicaron. Pero, ah... ¡cómo era hermoso ver el tren atravesar el amanecer! Imaginar la vida de la gente viajera, los sueños que se los llevaban dentro. De estación en estación, de abrazos, lágrimas, de encuentros o despedidas. No se demoraba, pronto él se iba cumpliendo su oficio. Desaparecía en el horizonte y, como si inaugurase la mañana, después ya todo era claridad.
El camino de regreso tenía cielo azul y las primeras ventanas abiertas. Entró en la vieja casa, siguió el olor del de café hasta la cocina y se encontró con la sonrisa de Ana. Con un vestido de muchos colores, los ojos negros, las manos batiendo la manteca con tal naturalidad - cocinar era también su manera de amar, olía a flores y a dulce de leche. José ya llegaba con los panes, con su andar sereno, los ojos azules matizados de dulzura y de una saudade que ni sabía de qué, solía decir que había nacido con él.
Alrededor de la mesa, le tejieron historias de la vida cotidiana, pequeño ritual amoroso con sabor de pan y café. Se dio cuenta del delicado rocío que cubría sus ojos. Por un momento, miró para la puerta de la cocina que, abierta, dejaba entrar la mañana y permitía ver el árbol de jabuticabas – repleto de menudos frutos redondos y negros, pájaros hacían fiesta en sus ramas. Volvió a la alegría de Ana, a la voz suave de José, el aire se llenaba con colores de inolvidable ternura. Dos minúsculas lágrimas mojaron su sonrisa.

(Ella no lo sabía aún, pero en esa época empezaba a tomar consciencia del tiempo y, de alguna manera, a descubrir que todo lo que mirase con amor, existiría para siempre.)

22 mayo 2009

Un músico en la sombra




Después de largos encuentros y días acariciando su cuerpo con tus manos suaves, cálidas y lentas, llenas de emoción y estremecimiento fuiste comprendiendo que hay una música en la sombra, una melodía en el silencio. La acariciabas y ella a ti. Os sentíais como dos instrumentos vivos en vuestras manos capaces de una sinfonía luminosa, una pequeña aurora en mitad de la penumbra en una habitación perdida.

Tocar la piel era tocar el alma y tocar el alma era reverenciar una vida, hacerla despertar, brotar, sentirla adueñarse del tiempo. Sonoridad de gemidos y arpegios, silencios vivos porque la piel es la metáfora de las entrañas, las cuerdas de un arpa oscura que unas manos acarician. Piel, límite y envoltura, espacio de la espera y esperanza, extraño lugar donde vive el ansia del otro. Orilla abierta y labrada en noches y días de soledad y que espera su despertar cuando se pose una mano que producirá un extraño sobrecogimiento y entonces se cumplirá el ser extrañamente devuelto a uno mismo porque alguien ha abierto una verja de un jardín olvidado donde nos encontramos siendo el sonido que nos conduce a la fuente donde brota lo vivo. Piel, límite, cerradura sin llave que abre una caricia real o simbólica. Llevas en la piel el molde de una mano que aún no has sentido y que encontrará allí su destino realizado. Eres como algunas esculturas que parecen entrañar un vacío que es un lugar para el otro capaz de culminarnos.

Entonces el mundo cobraba una dimensión nueva. El mundo, lugar de esa música escondida que habías empezado a oír. Era música la canción de los amantes, el lamento de los solos, la sencilla amistad con su blancura de inocencia. El vacío de algunas vidas. El mundo era también una sinfonía en la levedad donde el rocío del alba temblaba como temblaba el cuerpo en su inmensa fragilidad. Había una sinfonía que el bosque tocaba en tus entrañas, como las luces de aquel café que sumergían la estancia en una semioscuridad que acrecentaban la impresión que la decoración te provocaba. Aquel café que te recordaba a ese otro espacio vital que son los sueños con su olor a incienso, con su tapicería roja, desgastada y manchada que le daba un cierto aire de viejo vagón de tren que parecía llevarte a otros paisajes que podían palparse en su invisibilidad.

Y así descubriste que acariciar otra vida, tan valiosa como la tuya, tan lastrada como la tuya, es haber cumplido un extraño destino que te llenaba de alegría, y la alegría es también una canción que bailan las flores en una plaza soleada de domingo, en el abrigo de la amistad y del encuentro. Alegría, pájaros que surcaban el cielo en su belleza inconsciente.

Sí, hay un músico en la sombra y en el silencio, capaz de hacernos brotar las mejores notas de una melodía única e inesperada. Porque habías descubierto como quien descubre un misterio que no sólo podías hacer una extraña música sino también oírla mirando unos ojos, un semblante. Que todo lo que está vivo de verdad era pura música. Comprendiste que el destino de los hombres es que no se cumplan sus deseos, estando cercados y maltrechos pero que sí se cumplían sus caricias y las caricias podían viajar en el tiempo, podían viajar al pasado y desatar a un ser menesteroso terriblemente herido, podían liberar a los esclavos, cambiar el destino, vencer al miedo, dar la libertad y viajar al futuro aunque ya no estuviéramos presentes en él, quedar allí como una ofrenda sin nombre. Te lo decía tu memoria de lo vivo porque estaba llena de caricias y tu memoria de lo terrible.

Y entonces ¿dónde ocurría la vida que importaba, esa capaz de hacernos renacer una y mil veces? -te preguntabas- y buscabas anhelante esa orilla donde la vida puede ser un pequeño dios que nos salvará de la orfandad de otros dioses. Un pequeño dios que nos salvara incluso de nosotros mismos, porque era encuentro con lo que no somos. Ese encuentro que no es la supremacía de uno o de otro, ni el juicio ni el desprecio. No es adueñarse del otro ni aprovecharse de él. Demasiados altares de sacrificio en las historias personales y colectivas.

Esa orilla anhelada estaba aquí y ahora, presentías que no había que ir muy lejos, ni embarcarse en aventuras que eran en realidad una huída. Presentías que esa orilla era frágil, pero allí tenia lugar la música de lo mestizo, un lugar donde se escribe una partitura capaz de una alquimia tal. En realidad habías buscado esa orilla toda tu vida sin saberlo y tu vida sería una entrega a esa orilla anhelada.

13 marzo 2009

SALVEMOS LA HOSPITALIDAD


MANIFIESTO PARA LA REFORMA DEL ART. 53 C) QUE SANCIONA A QUIENES AYUDEN SOLIDARIAMENTE A LAS PERSONAS EXTRANJERAS EN SITUACIÓN IRREGULAR.

“SALVEMOS LA HOSPITALIDAD”

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados de razón y conciencia, tienen el deber de comportarse fraternalmente los unos con los otros” (art. 1 Declaración Universal de los Derechos Humanos).

Uno de los deberes presente en todas las culturas, y en algunas, señal de su identidad, es el de la “hospitalidad”. Este deber ético, traducido incluso en forma de sanción cuando su omisión provoca riesgos para la integridad física del otro, está gravemente amenazado en España si prospera la anunciada reforma de la legislación de extranjería.

A la tendencia criminalizadora de la inmigración ilegal (considerar a la persona que quiere sobrevivir desplazándose por el planeta como un peligroso delincuente), se une ahora la de aplicar un marco sancionador a las personas que de manera solidaria ejercen el deber de la hospitalidad, colocando su comportamiento altruista como forma proscrita de”promoción de la permanencia ilegal en España”. Ello pone en automática situación de ilicitud a miles de personas que acompañan, hospedan en sus casas y apoyan a personas sin papeles. De este modo, ONG, Congregaciones religiosas y ciudadanos, que vienen ejerciendo el deber de acogida y la solidaridad para con las personas inmigrantes en situación de irregularidad administrativa, verían perseguida su actuación. Más aún: la reforma pretende ampararse en el silencio cómplice de los ciudadanos ante estos atropellos contra la dignidad humana y los derechos fundamentales.

En concreto, el art. 53 c) del Anteproyecto de modificación de la Ley de Extranjería sanciona como falta muy grave con la multa de 501 a 30.000 euros “a quien promueva la permanencia irregular en España de un extranjero. Se considera que se promueve la permanencia irregular cuando el extranjero dependa económicamente del infractor y se prolongue la estancia autorizada más allá del plazo legalmente previsto”.

Con el pretexto de proteger a los extranjeros sin papeles frente al abuso y las mafias, se incrementa exponencialmente su vulnerabilidad y se les priva de toda suerte de apoyo social solidario. Esta reforma legal tiene una enorme trascendencia ético-política: crea una norma que convierte en ilegal un principio-valor tan estructuralmente necesario en un Estado como es la solidaridad.

El objetivo de esta norma es intimidar a los ciudadanos españoles o extranjeros con papeles para que nieguen toda forma de apoyo a la persona en situación irregular y ésta se quede sin ningún tipo de ayuda, es decir, en la calle, sin comida, ni vestido, ni dinero, para que mediante la presión de esta situación de precariedad absoluta, vuelva a su país. Se olvida que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio” (art. 13 Declaración Universal del Derechos Humanos) y que “en caso de persecución toda persona tiene derecho a buscar asilo y disfrutar de él, en cualquier país” (art. 14 DUDH). Ante esta situación, exponemos:

1.- Que hemos constatado, después de tantos años acogiendo y acompañando itinerarios vitales de personas en situación de extrema vulnerabilidad personal y social, el valor de la solidaridad y la convivencia en nuestros domicilios como forma concreta de expresión de corresponsabilidad humana y social con aquellos que no tienen los mínimos de supervivencia –casa, pan y trabajo-.

2.- Que una parte significativa de la responsabilidad de la miseria en que se hallan los pueblos de origen de quienes tiene que migrar a España está provocada por procesos históricos y políticas económicas y colonizadoras (y descolonizadoras) de los Estados del denominado Primer Mundo, que mantiene intereses en el sostenimiento de regímenes no transparentes ni democráticos en el Tercero (incluida, por cierto, la venta de armas y el tráfico de personas).

3.- Que el principio de solidaridad para con los más desheredados del mundo es un elemento ético de legitimación en una sociedad que se denomina democrática, que considera que los bienes de la tierra tienen un destino universal y que ni la propiedad ni las fronteras pueden tener un valor absoluto ante la miseria del prójimo y su derecho a sobrevivir.

4.- Que el Estado español pierde toda legitimidad ético-jurídica cuando legisla contra el contenido esencial de los Derechos Humanos, despoja de todo tipo de ayuda material a las personas en situación irregular y pretende intimidar con graves sanciones a quienes ejerzan la hospitalidad y el cuidado del otro.

Ante ello, con independencia de otras numerosas discrepancias, proponemos al Gobierno, en este punto concreto, como auténtico mínimo ético, que modifique el Anteproyecto en el sentido de incorporar al texto normativo la necesidad de “ánimo de lucro”en el infractor para que pueda ser sancionable.

PLATAFORMA “SALVEMOS LA HOSPITALIDAD”:

Julián Carlos Ríos Martín. Profesor de universidad. Madrid. José Luis Segovia Bernabé. Profesor de universidad. Salamanca. María Dolores Rodríguez Pelaez. Ciudadana. Miguel Santiago. Profesor de Instituto. Córdoba. Ramón Saez Valcárcel. Magistrado. Madrid . Daniel Izuzquiza. Sacerdote jesuita. Madrid. Pilar Sánchez Álvarez. Abogada. Madrid. Enrique Romá Romero. Veterinario. Alicante. Javier Baeza Atienza. Sacerdote. Madrid. Guillermo Toledo. Actor. Félix Pantoja García. Fiscal. Luis Guitarra. Cantautor. Madrid. Siro López. Artista. Madrid. Rafael Pascual Díez. Abogado. Madrid. Manuel Gallego Díaz. Profesor de Universidad. Madrid.



Nombre: Apellidos:

DNI/NIE:

Profesión:

Colectivo/Asociación, si procede:

Enviar firmas o correos electrónicos de adhesión a una de las dos direcciones:

Julián C. Ríos Martín
jrios@der.upcomillas.es
Universidad Comillas
C/Alberto Aguilera nº 23.
Madrid 28015

Manuel Gallego Díaz
mgallego@der.upcomillas.es
Universidad Comillas
C/ Alberto Aguilera, 23
Madrid 28015

25 febrero 2009

Exposición "Seis Miradas. Colectiva fotográfica española"


Estimados amigos y amigas:
Quiero presentaros la exposición "Seis miradas. Colectiva fotográfica española," en la que participo con 14 obras, junto a otros autores y que tendrá lugar en la Fototeca de Veracruz en México. Me siento honrado en poder compartir mi obra con la de Antona, Carlos, Francisco, Marco Antonio y Rafa. Por toda la calidad de su obra y su mirada.

Y quiero agradecerle a Carlos Cano, director de la Fototeca, y muy especialmente a Graciela Barrera, por su empeño en organizarla y sacarla adelante. Graciela es quien ha puesto en nosotros tanta confianza, tanta fascinación y amistad. Ella es la verdadera artífice de esta muestra, ella es quien nos ha unido en aquella Fototeca para que podamos mostrar nuestro trabajo, y por ello mi amistad y mi más profundo agradecimiento.

El texto que acompaña a la exposición es el siguiente:

Antona, Carlos Manzano, Francisco Ortíz, Juan Bautista Morán, Marco Antonio Sarto y Rafa Sámano son creadores que a lo largo de su vida se han dedicado con pasión y devoción a la fotografía. Ellos hablan con su mirada. Con su compañera fiel, la cámara, han logrado captar en el momento preciso el silencio y el grito de la vida. Guardan su memoria y nos las entregan. Leemos en sus miradas cómo danza la vida, cómo calla la vida, cómo duele la vida, cómo sonríe la vida. En cada foto encontraremos la soledad del caminar cotidiano, el paisaje de la tierra lejana, los ojos ajenos y extraños, el rostro de la raza no comprendida, la intimidad del hombre, la belleza de la mujer, la plenitud de la esencia, el recuerdo de la emoción latente, el universo de la poesía.

Seis miradas se unen en esta colectiva para ofrecer su mundo particular logrando que uno se adentre y se maraville de ese mundo. Y no nos olvidamos que a pesar de que el mundo es grande, los fotógrafos nos regalan el mejor instante, único e inolvidable momento de su vida, haciéndonos sentir que uno está ahí.

Graciela Barrera

Comisaria de la exposición

Y quiero añadir aquí enlaces de mis compañeros de exposición para que los visitéis y conozcáis su trabajo:


Antona

Carlos Manzano

Francisco Ortiz

Marco Antonio Sarto

Rafa Sámano

Estimados amigos y amigas:

Gracias por los comentarios y ya de regreso a Madrid, creo haber vivido como un sueño se ha hecho realidad y me siento un privilegiado por haber podido estar presente en la inauguración de la exposición.

He de decir que me he sentido feliz y que aquellas tierras son muy hermosas, la gente sencilla y que me he sentido acogido desde el primer momento.

Y también quiero dejar aquí escrito que esta exposición ha sido posible gracias a Graciela, que sin todo su empeño se hubiese quedado en mero sueño, que ella lo ha puesto todo para que saliera adelante y fuera un éxito como así lo ha sido. Sin ella no se hubiese realizado.

Quiero decir que he vivido días muy hermosos y que me he sentido plenamente feliz.

Y también quiero agradecer a Arturo su desplazacimiento desde D.F. para estar presente el día de la inauguración y poder conocernos personalmente.

Y también gracias a Bethania, a Victor, a Leti, a Blanca y mi agradecimiento a los muchachos y muchachas de Xico por haber tenido el placer de conversar con ellos en su aula.

Y seguro que me dejo a alguien en el tintero pero no en mi agradecimiento.

Un abrazo

13 febrero 2009

Estimados amigos y amigas:


Tras este silencio prolongado por varios motivos esencialmente laborales que no me dejaban tiempo para dedicarme a las entradas y a los comentarios como a mí me gusta. Hoy hago este post para en primer lugar presentaros mi fotoblog en el que podéis encontrar el trabajo fotográfico de estos meses que también han sido intensamente creativos, en él hay trabajos anteriores y nuevos en varias galerías, el enlace es:


También dejo aquí el poema visual Con los extraños ojos del corazón, es un archivo autoejecutable (no necisita ningún programa para verlo, ocupa 27 MB, se descarga y ejecuta, a veces tarda en bajar porque el servidor donde está alojado es lento). Es un poema escrito más allá de las palabras, pero con su efigie silenciosa trata de expresar todo un pequeño mundo interior de impresiones y creo que habla de la libertad como de un anhelo tan profundo en mitad de la alienación, de la niñez revivida como verdadera patria de cada uno más allá de cualquier frontera política. Realidades que se perciben con esos extraños ojos del corazón. Espero que os guste.



Y añado este díptico :

A Tania




Inventar el camino, urdir el horizonte,
porque no hay instrucciones para volar una cometa

La idea que trata de expresar es la convicción de que vivir es como construir nuestra propia cometa destinada a ser en algún cielo simbólico, el de nuestra propia existencia. Algunos nos moralizan sobre como debe volar esa cometa, otros se pierden en convenciones sociales que arruinan cualquier vuelo. Y si no hay vuelo, la existencia tiene algo inhumano, algo de condena, de mortecina tristeza, la no realización de nosotros mismos.
En realidad no hay instrucciones para construir esa cometa de la que hablo, esa estela que somos, única y distinta pues no tiene porque asemejarse a ninguna otra. La convicción de que es posible construirla y hacerla volar, inventar el camino atravesando abismos y dolor. Tejer con los sueños su leve tela, pintarla con nuestras propias manos e ilusiones y urdir su vuelo inesperado y prenderla en el horizonte para que todos la sientan porque hay en las entrañas del hombre y la mujer un hacedor de cometas.