20 noviembre 2010

Volverse invisible


No es un relato de Kafka aunque tiene todos los ingredientes de una pesadilla que se vuelve real, es que en la fría Europa hay personas a nuestro lado, en nuestro mundo que se han vuelto invisibles para sobrevivir, que no tienen más remedio  que pasar desapercibidas, aguantar cualquier situación sin apoyos ni redes sociales…han sido tachadas de “ilegales”, ese es el nuevo estigma, Esta expresión tan usada, tan ya familiar e incuestionable, traída y llevada en medios de comunicación, ya de por sí lo dice todo, aunque ni ser persona ni ser inmigrante sin papeles sea un delito en el código penal de este país, al menos por el momento. (En Italia ya lo es, ya hay personas ilegales por el hecho de la migración irregular, encarcelados como meros delincuentes).



Desde un punto de vista constitucional sólo es un incumplimiento administrativo y sin embargo los inmigrantes irregulares pueden ser “retenidos” hasta 80 días en lugares que no dejan de ser ámbitos carcelarios. En la práctica detenidos hasta su expulsión, que en muchos casos no es a sus países de origen. Europa entera esta regida por una ley muy similar a la que quería imponer el gobernador del Estado de Arizona en los EEUU, esa a la que se ha opuesto el presidente Obama, en un país donde hay entorno a 10 millones de inmigrantes irregulares.

Esta entrada también podría titularse volverse miope e insensible, no querer ver al ser humano anteponerle  el nuevo y sacrosanto estigma, que le transforma socialmente en un otro peligroso. De hecho para eso sirven los estigmas, para negar los derechos de seres humanos, para dejar de verlos y tratarlos como tales, para perderles el respeto. De la guerra fría y los muros hemos pasado a construir férreas fronteras contra las personas, una Europa fortaleza, donde esos otros son "procesados" sin haber cometido ningún delito como en aquel relato  de Kafka.

De la serie Cabaret Babel

04 noviembre 2010

De saberes indígenas

“A veces, un sacerdote (pajé) toma a un recién nacido en brazos, canta y baila de alegría por haber visto aquellos ojos. Después pone al niño el nombre de un ancestral que volvió en la mirada de aquel niño para enseñar canciones, ritos y ceremonias antiguas. El ojo de ese niño es como el agua del río que pasa todas las mañanas por allí. No es la misma, pero trae siempre la misma memoria. Nuestro monumento más antiguo no es ningún edificio o pirámide. Es nuestra memória”.

Fragmento de la entrevista de
Ailton Krenak
(Alianza de los Pueblos de la Floresta)
Revista Año Cero, febrero de 1992
***


Siempre me impresionan esos pequeños encuentros que la vida cotidiana nos regala. Entras en un café y pide un agua para espantar la sed. Alguien surge de repente, se sienta a tu lado, te cuenta algunas historias y se va. Pero se queda, por ese momento único compartido.

No hace mucho conocí a Paulo, así es llamado en la ciudad, aunque tiene otro nombre en su lengua tupi, pero yo no conseguiría escribirlo. Hace dos años vive en São Paulo, vino a aprender y a enseñar - un poquito, me dijo humildemente. Volverá a su tribu en pocos meses. No se siente aturdido en medio a tantos predios. Y es porque los árboles le salvan – ¿entiendes la fuerza de ese decir de los árboles, que se visten de verde sin ningún pudor entre el gris y el asfalto?. Y es también porque sus ojos tan negros están llenos de floresta y de la vida de toda su gente, con la belleza de sus tradiciones. Eso se dibujaba en su mirada mientras me contaba pequeñas histórias y leyendas de su lugar.

Creo que perdí un poco la noción del tiempo y me entristecí al darme cuenta que ya se hacía tarde. Él me acompanó por una parte del camino y después siguió el suyo. Me dejó un papel donde escribió los títulos de unos libros, si acaso me interesaban. En uno de ellos encontré ese fragmento de la entrevista de Krenak. Me dio ganas de compartirlo con vosotros, en esta casa, tras todo ese tiempo de silencio (echaba de menos vuestra compañía).

Las pinturas son de Jaime Trindade, expuestas en una plaza de la ciudad de Embú.