27 diciembre 2005

El sueño es un poema



El sueño es un poema, nuestro poema, el de cada uno. Un poema intensamente vivido, lo dijo con otras palabras aquel poeta chino del que nos separan varios milenios: "Anoche soñé que era una mariposa, y ahora no sé si soy un hombre que ha soñado que era una mariposa, o una mariposa que está soñando que es un hombre".

Lo que trato de decir es que la poesía y el mundo onírico se parecen demasiado. Primero fue Freud el que nos enseñó a reconocernos en nuestros sueños, descubrió dos "mecanismos" propios del soñar. La condensación y el desplazamiento. Un onirema o imagen del sueño concentraba muchos contenidos vitales de una manera poética y despertaba en el método ideado por el propio Freud una asociación libre de ideas que venía a configurar su sentido. De la misma manera que el significante está unido al significado y al referente. Lacan nos dijo que el inconsciente es un lenguaje vertebrado en metáforas y metonimias, que son por otra parte recursos de los que se vale el poeta para construir su obra.

Dando un paso más M. Boss, analizó en profundidad el mundo onírico y descubrió que las personas somos en los sueños: pensamos, sentimos con absoluta libertad más allá de los estrechos márgenes de la conciencia modelizados culturalmente (lo que es lógico, lo que no, lo que no nos atrevemos a pensar de nosotros mismos y de los demás....) Vivir cotidianamente es vivir para hacer, para manipular, asumir un rol y un status socialmente creado, a veces como una prisión. Soñar es desprenderse de todo eso y sumergirse en la propia subjetividad.

Fue María Zambrano quien conceptualizó la relación entre soñar y poetizar, sus profundas semejanzas.

Haciendo un viaje al revés, Luis Cencillo se pregunta qué hay en la literatura y en determinadas obras de arte capaces de estremecernos y de llevarnos a una liberación emotiva, a la catarsis, a sentir lo universal que transciende estrechos márgenes.... todo ello se sostiene en su concepto de inconsciente radical o ese estrato profundo de nuestra psiqué que está en contacto con las realidades más allá de los sentidos modelados culturalmente. Muchos sueños a modo de registro reafirman esa actividad en cada uno de nosotros mismos. Sería por otro lado la base psicológica de fenómenos como la intuición.

Todo esto en cierta manera supone un cambio de enfoque, así los poetas y los escritores de ser "los enfermos mentales" por antonomasia, los traumatizados infantiles, como si ello explicara su actividad, los locos frente a un mundo de adaptados sociales, se convierten en los visionarios de sus culturas (visionarios en el sentido de ser capaces de ver lo que los demás no ven, desde un plano no mediatizado por las ideologías vigentes que resultan cegadoras. La literatura convertida en ensayo de posibilidades no vividas) ¿Qué hace que El Quijote tenga tantas lecturas múltiples y refleje al hombre universal desde que fue escrito? ¿Por qué el propio Freud para conceptualizar su teoría recurrió a mitos como el de Edipo que forman parte de la literatura universal? ¿El proceso de Kafka no anticipaba en una fantasía el horror del totalitarismo y de una burocracia despiadada? ¿Qué hace que la literatura sea un proceso humanamente liberador para aquel que la ejerce, un camino propio único como la mística de "la noche oscura del alma"? Estas preguntas intentan incidir en ese trasfondo.

El sueño con su concreción y con su actividad reiterada es un poema que nos devuelve a nosotros mismos y nos muestra que somos mucho más de lo que creemos ser. Que somos capaces de una actividad creadora de la que nos sentimos lejanos despiertos, pero es nuestro sueño concreto el que nos cuestiona con su riqueza y el hecho de que nos pertenece con sus imagos.


22 diciembre 2005

Historias invisibles



Detrás de la historia oficial que sólo recoge quién nos gobernó hay una historia jamás escrita e invisible. Es la historia de los sin poder, de aquellos que la sufren.... Aquellos, que contra viento y marea, se rebelan, dicen no, como si su vida estuviera en clave de mito griego y tuvieran que enfrentarse a “los dioses” de sus épocas con sus esfuerzos cotidianos, con su negación silenciosa, con el sudor y la fe como llama de sus pequeñas vidas. Con su pequeña cordura llena de osadía contra la ceguera colectiva. Con el trabajo silencioso en los arrabales de la historia. Con sus manos encallecidas y fatigadas se construyó otro mundo más habitable.

Los humildes sin poder son siempre los sacrificados, los silenciados, los expulsados, los olvidados.... los vencidos siempre; no por la razón sino por la razón de la fuerza, pero pese a la derrota, son en realidad ellos los que hacen posible una historia más humana.... porque con sus pequeños esfuerzos se enfrentan a los férreos absolutos acuñados en cada época, a sus altares y a sus sacrificios obligados del Todo por la Patria, del tiempo del morir por el Todo. Son ellos los que cortan la alambrada de espino y horadan el muro, abren los resquicios, sueñan sendas de lo que un día serán los caminos futuros, impensables en su época. Son las pequeñas flores de una humilde primavera sólo fiel a sí misma, y que con su presencia y testimonio, con su sacrificio fueron la semilla y la raíz de futuros veranos cálidos y serenos de otra cultura vital y emocional, que alguna vez fue peregrina.

Ellos y ellas nunca salen en los libros, sus rostros nos son anónimos, pues son siempre otros los que se cuelgan medallas y méritos y ocupan las fotografías, pero siempre cerca de uno hay páginas invisibles de un libro jamás escrito, lleno de pequeñas historias de gentes humildes y cotidianas, que vivían no sólo para sí mismos. Su manera de trascenderse eran sus pequeñas solidaridades junto a los demás y sus luchas, su resistencia vulnerable contra los acontecimientos por un mundo más justo.

19 diciembre 2005

La fotografía como escritura

La fotografía es también un pequeño cuaderno de apuntes donde se escribe con luz la tiniebla, y al hacerlo se retrata la propia subjetividad. Los ojos entonces buscan ansiosos en el mundo su sombra, sus palabras, sus formas... capaces de decirlo todo en su silencio. De el “instante decisivo” al “objeto encontrado”. Es la fotografía como subjetividad.

Como somos cuerpo somos también imágenes, metáforas, símbolos que nos retratan con fidelidad. Imágenes que viven en nosotros, que se desgranan en su propio lenguaje de sentidos, en su polisemia, brotando cual río oscuro. Los poetas juegan con la misma materia intangible, hacen con sus lodos, construyen el espejo de su ofrenda, que es su decir.

Hasta los sueños están llenos de imágenes vividas que brotan en nosotros mismos.














Gomas bicromatas, de la serie Cartas de angustia y esperanza, publicadas en la Revista Foto-Vídeo Actualidad, nº 121

15 diciembre 2005

Pequeño álbum de fotos viejas

Trozos de vida idealizados por el vaho del tiempo, fragmentos de la tierra más hermosa. Siempre encuentro en ellos algo que me hace renacer, como si el tiempo vivido intensamente se nos quedara en algún sitio del corazón a existir con nosotros y despertara imprevisible ante una luz que lo rememora.

Todo fotógrafo es hijo de Gauguin buscando la belleza, pero matizo, pues la belleza de la que hablo no es la que nos venden sino esa otra que se esconde en cualquier lugar si somos capaces de verla, la que se da en lo frágil y en lo más vivo, y que tiene el poder de arrebatarnos de nosotros mismos, de tocarnos silenciosamente muy adentro sin apenas darnos cuenta.... y la seguimos...si somos capaces...pues tiene algo de hontanar sagrado de vida que también nos asusta, por su atracción y fuerza, por su hondura y misterio.
















14 diciembre 2005

La mirada o la fotografía





¿Qué es esa mirada que nos mira sin vernos? Una mentira, un juego, un espejo imposible, encuadre de mi fantasía, huella o simulacro que apenas contiene la realidad referida, pequeña y tosca aproximación a otras realidades a veces intraducibles que viven fuera de nosotros.
Pero, a fin de cuentas, esa mirada es una mentira que me estremece. Vista desde su materialidad no es más que un trozo de papel en mis manos, fibra y sales de plata negra, pero creo que ello no la define, como no define al hombre y a la mujer concretos su anatomía ni sus neurotransmisores (sólo le sostienen o le permiten recopilar información con celeridad). Creo que hay mejores definiciones: uno es su libertad haciéndose en el tiempo. Uno es a quien ha amado y ama, pequeña estela de puentes y caminos oscuros que nos llevan a los demás, a sus corazones, a sus vidas y que culminan oscuramente las nuestras. Uno es sus sueños, sus emociones y sus fantasías.....(por esa angosta escalera descendió el viejo Freud al sótano oscuro y encontró al mítico minotauro que todos llevamos dentro, impalpable a simple vista y que hablaba en entrelíneas, embrollo debajo del lenguaje).
La mirada lo dice todo en su silencio: su perplejidad, su alegría o su dolor, incluso en su propia mudez, alzada sin palabras. Sólo los ojos son capaces de lágrimas. Su composición de agua y sal, nada dice del signo y del símbolo que encarnan.