01 julio 2012

Siglo 21




No  quiero tocar 
las lágrimas transparentes
del mimo con guantes de látex
ni cercar  su llanto
con alambre de espino.

No quiero ser el sirviente que traiga 
en una bandeja de plata
las alas diseccionadas del hombre.

Buscaré sin descanso 
en mitad de un museo de maniquíes
de fósiles gestos de ceniza
la invisible puerta entreabierta.

Y seré yo silenciosamente
quien le quite las bridas
al caballo que pasta
en las noches abiertas 
en las profundidades
que atesora mi frente.