24 julio 2006

Olvidados hombres y mujeres de mi tierra



Olvidados hombres y mujeres de mi tierra,
habitantes ahogados en el fango del olvido,
vuestro es el secreto escondido que guardan
los paredones derruidos y las tapias
que ya no existen y que fueron esculpidas por las balas
para arrancarle a la carne su sueño definitivo.

Olvidados hombres y mujeres de mi tierra,
hermanos de las amapolas sembrados
cual dolor de siglos de los condenados de la tierra,
vertidos en sangre regando las cunetas
de los caminos perdidos del tiro en la nuca,
humillados y extinguidos, desaparecidos sin rastro
llevados a las cárceles del silencio,
condenados como raza maldita
a no ser ni existir, ni siquiera a haber existido,
sin nombre y sin tumba, donde poder ir a lloraros,
aniquilados por la razón atroz del más fuerte
que se cree el más justo por la gracia de Dios.

Y después se hizo la paz victoriosa
pero existir fue más que nunca
morir cotidianamente en el luto de callar
y no poder ser ni en sueños, perseguidos
en el paisaje atroz del odio y la obediencia vigilada,
un cementerio inmenso de vidas vaciadas y robadas,
el sacrificio obligado a Dios y la Patria en el altar de la Historia,
y abril fue definitivamente ya sólo un mes más en el calendario
con una estampa ridícula, como una mueca absurda.

Olvidar a golpe de látigo, de hierro ardiente en la memoria,
a golpes y amenazas de fusil que abril era el río más transparente
nacido en el vientre enlutado de la miseria entre esparto y arpilleras
de hombres y mujeres sedientos sin tierra y sin pan,
que nunca fueron niños sino prematuramente adultos encallecidos
que soñaron la libertad y la fraternidad de los hombres,
de todos los hombres.

Que abril era la resurrección del dolor de siglos,
la fiesta sin ceremonias de la primavera
de rescribir la historia escrita sin los hombres humildes.
Abril, la niña querida por todos,
abandonada y rechazada por Dios y su justicia prometida
que quería tejer todos los sueños en el abrazo humano de las fraguas
donde los yunques cantaban su canción contra las cadenas.
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Foto del cartel del concierto celebrado en Rivas, tomada de:
http://www.elangelcaido.org/comunicacion/040/040republicanos.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La mayor ingratitud es olvidarse de los que pagaron con su vida la defensa de unos ideales que liberan y dan sentido a la humanidad
Bicos.

La puta que no te parió dijo...

¿Cómo esperando abril?, me recordó aquella bonita canción.
Ufa! me olvidé de tutearte, el respeto se me escapa de nuevo!
Besos

Anónimo dijo...

Gracias, jardinero del paraíso, gracias por tus flores y tus frutos, gracias por tu labor de labranza para el noble árbol de la memoria republicana, gracias por recordarme que no estoy solo cual Quijote tras de la utopía, gracias a la vida que te ha dado a luz en esta noche del alma que grita:
¡Salud, compañero!
Juan Antonio Rodríguez Postigo
Mijas, Málaga
xanantoryx@yahoo.es
www.lacoctelera.com/danae27