30 junio 2006

Raíces



En el camino borrado de un recuerdo,
un niño acude a la hoguera de los atardeceres
en la balconada de una ribera
como se acude a un destino esperado
que estuviese escrito en la sangre y en un sueño,
donde tiemblan los azules y los primeros luceros
y el sol es un caballo rojo de crines de fuego.

Y allí, el niño llora alegre sin preguntarse por qué.
La hermosura sin nombre es la honda caricia
que siente derramarse en la lejanía del horizonte
y en la voz dulce del viento que juega entre los árboles.

Todavía no sabe que esos atardeceres serán sus raíces,
y las raíces las cuerdas de un instrumento
que el paso de los días rasguearán una y otra vez
haciendo brotar los acordes oscuros del corazón,
que dejarán el candil en la ceguera,
el alba de la rosa en la ceniza,
la ternura del dolor prendida en la espina,
el agua frágil de las derrotas
que labrará sobre la roca dura
el oscuro rastro de la belleza peregrina.

Un hombre se adentra en la edad
y después del sueño tras despertar sobre su cama
vuelve a ser por unos instantes un niño que dibuja suavemente
con su mano en el cuerpo desnudo de su compañera
un ser invisible de piernas enjutas
que tiene por corazón un sol intangible.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Poeta y amigo querido:

Como la voz dulce del viento, como la mirada de un niño, este poema despierta lugares hechos de ternura y inocencia. Cosas así hacen un bien inmenso para el alma.

Y en este Lunes hermoso, paso por tu casa en el aire - que está siempre de puertas y ventanas abiertas - para dejarte flores y un abrazo afectuoso.

Tania

La puta que no te parió dijo...

Este es un lugar para suspirar!!!
Besos

CRISK dijo...

Hola compañero esto te quedo hermoso,ademas la cara de ese niño invoca vivencias y añoranzas me encanto, que estes bien, besos...

Juan B. Morán dijo...

Gracias por los comentarios.

Ese abrazo, querida, Tania me llega y lo siento tan vivo. Esta casa es tuya también, ya te lo he dicho antes. ¿la llenaremos alguna vez de historias do Brasil?. Ójala.

Paula, también al leerte siento que algo en mí se cura de insinceridad, de ceguera colectiva.Creo que es esa filosofía de la libertad contra la hipocresía decadente.

Compañera Krisk, me gusta eso del compañerismo, y me gusta la vitalidad que repiras.

Besos.