17 junio 2006

Vida de las cartas de amor


La lluvia torrencial diluye la tinta
de las palabras inmóviles de viejas cartas de amor,
palabras ajadas de nuevo vivas, convertidas
en moradas amapolas silvestres
cuyos pétalos antes fueron
la celebración inagotable de un tú,
abrazos estremecidos de enfebrecida carne,
besos dulces de llamas entre los azules inmensos.

Ellas que no tienen vocación de ser vanas,
se escapan fugitivamente con el destino de la lluvia al silencio,
al breve riachuelo, a las callejuelas solitarias, a la tierra al fin.
Y allí aguardarán inefables, siendo la canción callada
de la belleza imprevisible que acecha ser descubierta.

Arrebatarán sigilosamente el corazón de otro hombre
que habitará el insomnio y el delirio hasta rescribirlas.
De ese hombre que se emborrachará hasta la extenuación
de la celebración inagotable de un tú,
de abrazos estremecidos ciertos o anhelados,
de besos dulces de llamas entre los azules inmensos
y escribirá cartas de amor hasta la estación del desamor,
de las lágrimas y las lluvias.

4 comentarios:

La puta que no te parió dijo...

Saludándolo, leyéndolo, como siempre.
Besos.

CRISK dijo...

Que pena no poder entrar mas seguido, hermoso el poema,me transportaste a una linda época de mi vida.Gracias

Juan B. Morán dijo...

Gracias.

También he de decir que a mi me gusta perderme en sus casas, a veces no hay mejor manera de empezar una mañana que con vuestras palabras anidando en algún lugar de uno mismo.

Saludos

Julio Cesar Belmont dijo...

Un ritual que algunos no olvidamos...
Un ritual que algunos insistimos...
Un ritual que nuestra memoria aferra en el tiempo como lo hace la tinta en papel...