De la serie MANUSCRITO DEL HORIZONTE
24 abril 2010
Llegará el horizonte
De la serie MANUSCRITO DEL HORIZONTE
12 abril 2010
O poeta e as flores
E foi difícil encontrar um primeiro livro deste lado do mar. Um dia, caminhava pelo centro de São Paulo e a confusão de gente e de barulhos me atordoava, notei um sebo e pensei ser um bom esconderijo, por um momento que fosse. E era um desses adoráveis lugares que não arrumam tudo em ordem alfabética - assim, as suas estantes são cheias de surpresas. Sem pressa, deslizamos nossas mãos pelas texturas das capas, uma a uma, até que algo nos chama a atenção. Quando nos damos conta, já estamos mergulhados em um novo mundo de palavras, entre as folhas muitas vezes amareladas do tempo.
A primeira página tinha sido arrancada, o que me entristeceu. Na segunda, seguia uma dedicatória - que então não li por algum pudor, como o de invadir a intimidade das palavras ofertadas e, sabe-se lá a razão, um dia abandonadas. Procurei um velho banco de madeira no fundo da livraria. E tão logo a sensação de um jardim. Quando os poemas se abrem em pétalas.
Me esqueci do que tinha para fazer naquele sábado. Voltei para casa com o inesperado presente e alguns ramos de flores comprados no caminho. Abri as janelas, deixando a claridade entrar. Quando regressei ao livro, me detive na dedicatória. Em agosto de 84, alguém em Lisboa desejou a alguém no Brasil que o encontro com o poeta lhe fizesse descobrir, a cada dia, mais beleza em sua vida. E pensei novamente que nunca saberia o motivo daquela outra página, arrancada a força. E que de verdade, aqueles poemas faziam a vida mais bela. Era um fim de tarde. As flores perto da janela estavam iluminadas pelo sol, suavemente.
***
Tengo el alma llena de flores cuando abro un libro de Eugénio de Andrade. No sé explicarlo de otra manera. Me acuerdo el azul del cielo en la descubierta de un verso inicial. Aun nada sabía del poeta portugués y sus palabras fueron pájaro dentro del pecho. “Voa coração. Ou então arde.".
Y fue difícil encontrar un primer libro de este lado del mar. Un día, caminaba por la región central de São Paulo y la confusión de gente y de ruidos me aturdía. Percibí una tienda de libros usados y pensé que sería un buen sitio para esconderme un rato. Y era uno de esos deliciosos lugares que no organizan todo en orden alfabética – así, sus estanterías son llenas de sorpresas. Sin prisa, deslizamos nuestras manos por las texturas de las portadas, una a una, hasta que algo llama nuestra atención. Cuando nos damos cuenta, ya estamos sumergidos en un nuevo mundo de palabras, entre las hojas muchas veces amarillentas del tiempo.
La primera pagina había sido arrancada, lo que me entristeció. En la segunda, seguía una dedicatoria - que no leí entonces tomada de algún pudor, como el de invadir la intimidad de palabras ofrecidas y después, por alguna razón, abandonadas. Busqué un viejo banco de madera al fondo de la tienda. Y tan pronto la sensación de un jardín. Cuando los poemas se abren en pétalos.
Me olvidé de lo que tenía para hacer aquel sábado. Regresé a casa con el inesperado regalo y algunas ramas de flores compradas en el camino. Abrí las ventanas dejando que la claridad entrara. Cuando regresé al libro, me detuve en la dedicatoria. En agosto de 84, alguien en Lisboa deseó a alguien en Brasil que los versos del poeta le hiciesen descubrir, cada día más, la belleza en su vida. Y pensé nuevamente que nunca habría de saber la razón de aquella otra pagina, arrancada a la fuerza. Y que de verdad, aquellos poemas hacían la vida más bella. Era un fin de tarde. Las flores cerca de la ventana estaban iluminadas por el sol, suavemente.

II - Colheita de versos de Eugénio de Andrade
O sorriso
Creio que foi o sorriso,
o sorriso foi quem abriu a porta.
Era um sorriso com muita luz
lá dentro apetecia
entrar nele, tirar a roupa, ficar
nu dentro daquele sorriso.
Correr, navegar, morrer naquele sorriso.
Improvisasión en la madrugada
Húmedo de besos y de lágrimas,
ardor de tierra con sabor a mar,
en el mío tu cuerpo se perdía.
(Deseo de ser barco o de cantar.)
As mãos e os frutos
Só as tuas mãos trazem os frutos.
Só elas despem a mágoa
destes olhos, e dos choupos,
carregados de sombra e rasos de água.
Só elas são
estrelas penduradas nos meus dedos.
- Ó mãos da minha alma,
flores abertas aos meus segredos.
Cuando en silencio pasas...
Cuando en silencio pasas entre las hojas,
un ave renace de su muerte
y agita las alas de pronto;
tiemblan maduras todas las espigas
como si el mismo día las doblase,
y gravemente, comedidas,
se detienen las fuentes para beber tu rostro.
Coração Habitado
Aqui estão as mãos.
São os mais belos sinais da terra.
Os anjos nascem aqui:
frescos, matinais, quase de orvalho,
de coração alegre e povoado.
Ponho nelas a minha boca,
respiro o sangue, o seu rumor branco,
aqueço-as por dentro, abandonadas
nas minhas, as pequenas mãos do mundo.
Alguns pensam que são as mãos de deus
— eu sei que são as mãos de um homem,
trémulas barcaças onde a água,
a tristeza e as quatro estações
penetram, indiferentemente.
Não lhes toquem: são amor e bondade.
Mais ainda: cheiram a madressilva.
São o primeiro homem, a primeira mulher.
E amanhece.
Canción con gaviotas en Bermeo
¿Es marzo o abril?
Es un día de sol
cerca del mar.
Es un día en que toda mi sangre
es rocío y carícia.
¿De qué color te has vestido?
¿De madrugada o limón?
¿Qué nubes miras, qué colinas altas,
mientras apartas el rostro
de las palabras que escribo
de pie, exigiendo
tu amor?
¿Es un día de mayo?
Un día en que tropiezo
en el aire
buscando el azul de tus ojos,
en que tu voz
dentro de mí pregunta,
insiste:
¿Se te fue la melancolía,
amigo mío del alma?
¿Es junio? ¿Es septiembre?
Es un día
en que estoy cargado de ti
o de frutas,
y tropiezo en la luz, como un ciego,
buscándote.
Madrigal
Toda a manhã
fui a flor impaciente
por abrir.
Toda a manhã
fui ardor
do sol
no teu telhado.
Toda a manhã
fui ave
inquieta
no teu jardim.
Toda a manhã
fui ave ou sol ou flor
secretamente ao pé de ti.
Al oído
Quedate un poco más, háblame
de la tierra iluminada
abriéndose a la última llama
del verano; tú conoces
su sed, su respiración.
Un poco más. Sé
como el soplo de la tarde, acaricia,
aun con mano pequeña,
lo que en el fondo de la noche
queda de la mañana; háblame de la leve
embarcación del viento, que se lleva
consigo el polvo, el sedimento
del tiempo derramado por el suelo.
La tierra es buena; al oído
vuelve a decírmelo.
***
* Los poemas en español tienen traducción de Ángel Campos Pámpano, en el libro “Todo el oro del día” (Editorial Pre-textos. Valencia, 2004).