15 marzo 2006

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras


Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras,
se miran, lo siento aquí en el corazón estremecido
y en cada sentido llamándome,
convocándome sencillamente a vivir,
abriendo un rastro en el tiempo,
como las flores se abren al sol
ciega, lúcida, vivamente
sin importar la desolación, la muerte, el fin.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.

Tu belleza que lo es por ser lo más vivo,
rosa frágil de fuego y de ímpetu contra las losas,
contra lo cotidiano gris, contra la domesticación,
contra la razón oscura cuando la razón
es lo que hay escondiendo la muerte.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.
Siento su hacer inefable cual promesa
que hubiese existido antes de ser pronunciada,
vida que despertara entre las cenizas
y llamara a días, soles y caminos recobrados.

Tu belleza y mi sangre nos llaman
sin pronunciar nuestros nombres,
palabras jamás dichas sin bordes afilados.

Dicen un mundo minúsculo mientras sonríes.
Más allá de nosotros mismos,
rompen las palabras para que podamos nacer de ellas,
horadan el ayer que nos ciega.
Dicen mar, dicen caricia, atardecer cálido,
dicen todo el abismo florece en tus labios,
sin preguntar si me amas o si te amo.
Sin saber que será mañana
o si todo fue mañana,
un espejismo que nos hizo vivir y renacer.
No preguntes por qué, sólo maravíllate de su grandeza.

Se dicen: mira la luz escrita en la arena
tiene el mismo misterio que tus ojos encendidos.

Cantan un rastro dulce en los labios,
otro mar inmenso, invisible.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.
Sonríen rojo color de anhelo.
Dicen emociones hechas
de las flores salvajes
que cultiva el niño inocente
perdido en el tiempo.

Juegan dulcemente.
Danzan siendo el misterio del ser.

Tu belleza y mi sangre se hablan sin palabras.

Se tocan el corazón
saliendo de sí mismas exhaustas,
perdidas en mitad de ciudades
donde todos somos extraños.

Dicen despertares de colmado llanto,
a borbotones con ansia de animal,
y todo se explica sin nombre y sin delirio.

Se dejan a sí mismas llevarse
en la espuma marina del abrazo
que dibuja seres, formas como las nubes.

Y todo cabe en un temblor
y en un murmullo leve y frágil,
sin palabras que sirvan para ser cárcel,
sin vocabularios como cajones vacíos
donde el alba ya no es alba,
porque perdió el rastro de su realidad.

Se convocan con palabra viva,
palabra del sueño que nace,
dice, enciende, que vuela y toca
el fervor de la sangre
prendida en tu semblante,
ardiendo en tus ojos
y resuena con su silencio
dentro de mí.

3 comentarios:

La puta que no te parió dijo...

Dile al silencio que espere,
que no abra su juego de horas gastadas,
Dile que vuelva mañana,
que no siga parado en mi alma como un forastero.
Dile que calle, que no me exaspere,
Que no me colme de tantas palabras gastadas,
Dile que cerraré la persiana,
que lo oí susurrar como a un embustero.
Calla silencio, por lo que más quieras,
que las hojas en blanco suplican tu muerte
para que manos con alas dibujen quimeras.
Que de tinta y sangre se presagie tu suerte,
te condeno silencio a callar de por vida,
como calla mi alma viniendo de un sueño,
te condeno a vagar como perro sin dueño,
libre, fugaz y febril en mi razón dormida.

Al menos calló por un rato, gracias, hacía tiempo que no lo lograba.
Abrazos!!!

Juan B. Morán dijo...

Paula

Tu poema es precioso. Esa vivencia del silencio y acaso de la soledad como cárcel, como pesadumbre demoledora.

Besos

Anónimo dijo...

preciosos poemas, un abrazo a los dos.