18 diciembre 2010

No lo llames Arte



No lo llames Arte, porque cuando así se nombra es que ha muerto y sólo es objeto de cambio y de especulación y sirve para despreciar a los no iniciados en el otro artificio (como los fuegos) de las élites y de los círculos cerrados.

Piensa que es oscuro como el amor y la pasión, como un vino milenario o una noche donde brillan las preguntas y las respuestas, que nace como una flor entre bosques perdidos, entre aguas subterráneas de una tierra fronteriza que sólo existe como símbolo para nombrarla, para aproximarse a su sentido, a su deseo de desnudez,  y es capaz de sobrevivir entre lo baldío como una rosa en el desierto sin importarle el exilio y la persecución de la belleza. Piensa que es como un grito desgarrador que rompe el silencio, como una voz que te nombra y te mira, y donde encontrar otro destino jamás intuido. Otro lenguaje que no dice lo habitual y sabido en un baile entre tinieblas.

Sí, es como el amor y la rebeldía, por ello di mejor que alguien, cualquiera, se ha enamorado de la vida y juega con sus formas, con sus colores, con sus palabras, con sus sonidos y sus sentidos, también con sus dudas y tibiezas. Tiende los puentes que nos llevan y nos devuelven a nosotros mismos. Cala en las sombras como una lluvia imposible que devuelve a la tinta su forma y su sed de violeta. Desnuda la realidad para mostrar su armazón fabricado por las multinacionales y por los intereses creados de los poderosos. Devuelve a las palabras su sentido perdido haciéndoles el boca a boca sin vocación de dogma. Duele y libera aunque sigamos siendo condenados a galeras en una embarcación sin rumbo. Es el silencio necesario donde todo germina. El espejo donde nos miramos sin reconocernos. Es el dolor y lo terrible donde ha de nacer de nuevo la esperanza. Es el delirio de la razón, cuando ésta esconde en su atribución de nuevo dios la pulsión de dominio y de poder, y así muestra  lo desdeñado por su violencia ciega.

Alguien sencillamente se ha enamorado de la vida, la ama por encima de todas las cosas, porque la vida precisamente no es una cosa sino una posibilidad que tiene más que ver con el ser que es lo contrario de la cosa, de lo dado y lo muerto. Un salto en el vacío. Un sujeto para el que están hechos los verbos como embarcaciones en un océano inmenso y hay que partir en una aventura única al encuentro de otras vidas entre continentes oscuros. Un libro blanco y mudo que espera el rastro de nuestras palabras vivas, únicas e irrepetibles, que dejen en sus páginas las sombras de su vuelo. Sombras y más sombras, chinescas, oscuras y ciertas, capaces de resonar en nosotros y abrir las puertas reales con llaves imaginarias.
















































De la serie CABARET BABEL


Y aprovecho la entrada para DESEAROS UNAS FELICES FIESTAS Y UN FELIZ 2011

05 diciembre 2010

Rastro de un manantial



Sigo el rastro de un manantial que nace en el pecho y en los sueños capaz de transmutarse en lágrima o en estrella, en fuego o en rosa, en risa y en ocaso, en silencio que canta en todos los hombres.

Un manantial tan claro que es un espejo donde se miran los vientos y las tempestades, que es una mano abierta que brilla entre  soledades y nieblas. Un manantial que es un animal cristalino de pasados y futuros, como un mar que lame las heridas y las derrotas una y otra vez con el ritmo de los amantes. Un manantial que vuela en las crines de un caballo desbocado y en la tinta oscura de una palabra manuscrita que parece brotar en las entrañas y llegar hasta la mano que la escribe.

Sigo el rastro de un manantial que me habla en la música de los acordeones que tocan los pobres, que nunca se graduaron en una escuela de música, en las plazas y en los rincones de muchas ciudades.







De la serie CABARET BABEL