31 agosto 2007

Como el mar


Como el mar que sueña lleno de ímpetu con abrirse imposibles caminos y se desgarra en las rocas, dejando los jirones de su ser y su sed de mundo y de infinito. Dolor y vida, dolor y sueño. Ser y sed en la imposible mansedumbre de sus aguas que no conocen la derrota, absortas en su misterio que precede a la luz de sí.

Ser y sed. El mismo clamor silencioso que habita en el viejo y en el niño. La misma conspiración de todo en el cosmos y que es como el mar, como el oleaje que somos sobre el tiempo. Vaivén contra las rocas, estela de espumas, nómadas en sus crines de deseo.





Sed y ser, como el mar que sueña en la imposible mansedumbre de sus aguas.

Como el mar, el viejo y el niño. Como el mar, dolor y sueño. Vaivén contra las rocas, renacer muchas veces antes de morir, caballo inagotable de espumas.

Como el mar, que te contempla en una playa y te busca en sus orillas, y susurra y te llama, y besa tu cuerpo con su desnudez de azules, en la conspiración de todo en el cosmos, raíz de vida y sueño, absorto en su misterio.


24 agosto 2007

"Quiero cabalgar la mar"



¡Quién cabalgara el caballo
de espuma azul de la mar!

De un salto,
¡quién cabalgara la mar!

¡Viento, arráncame la ropa!
¡Tírala, viento, a la mar!

De un salto,
quiero cabalgar la mar.

¡Amárrame a tus cabellos,
crin de los vientos del mar!

De un salto,
quiero ganarme la mar.


Rafael Alberti del poemario

Marinero en tierra

El poema de Alberti en la versión musical de Rosa León:











Con los ojos aún llenos de la belleza azul, nómada y salvaje de la mar, donde uno percibe las fuerzas ocultas y misteriosas de la naturaleza. A veces ese mar es la metáfora del corazón, otras del sueño que deja en la orilla de la conciencia los restos del naufragio de la noche ciega. Y en su orillas la escritura imposible del viento y las espumas.

Un abrazo, ya de vuelta.

18 agosto 2007

Há palavras que nos beijam


Como la semilla que recorre misteriosos caminos para hacerse flor, así algunas palabras nos buscan. Y se hacen flor, pájaro, luz y sueño. A veces llegan dentro de la lluvia e iluminan la vida de azul. Barcos en el cielo, nubes en el mar. Estremecimiento de río con sed de poesía. Vestidas de ternura, acarician nuestros labios como brisa de primavera. Y se hacen flor, pájaro, luz, sueño.



Há palavras que nos beijam

Há palavras que nos beijam
Como se tivessem boca.
Palavras de amor, de esperança,
De imenso amor, de esperança louca.

Palavras nuas que beijas
Quando a noite perde o rosto;
Palavras que se recusam
Aos muros do teu desgosto.

De repente coloridas
Entre palavras sem cor,
Esperadas inesperadas
Como a poesia ou o amor.

(O nome de quem se ama
Letra a letra revelado
No mármore distraído
No papel abandonado)

Palavras que nos transportam
Aonde a noite é mais forte,
Ao silêncio dos amantes
Abraçados contra a morte.

Alexandre O'Neill



Notas:
Las bellas imagenes son de Gabriel Pacheco, que se dedica al bonito oficio de ilustrar libros infantis y juvenis. He descubierto su blog hace pocos días y me he encantado con sus ilustraciones. Tanto que no resistí en pedirle prestadas algunas para mostrarlas aquí, y he recibido una respuesta generosa. Os invito también a conocer un poco de su mundo poético y lúdico – haciendo un clic en: gabriel-pacheco y en: pencil-ilustradores.

Muchas gracias por compartir, Gabriel.

Alexandre O´Neill es otro poeta portugués que me encanta y ya hace algun tiempo deseaba compartir con vosotros este poema, una vez más para hacer homenaje a las palabras, con sus misterios y magias que tanto nos maravillan.

Abraços a todos.

06 agosto 2007

A canção do barro

Para dona Eroni

Hay que amasar el barro
hasta que cante
Pablo Neruda

Si abre las ventanas en la madrugada es para que la luz última de las estrellas se mezcle al olor de café fresco y al pan recién cocido. Sobre la mesa, un jarro con flores campesinas. Al tiempo de los primeros claros del sol, ella besa sus queridos y sigue para el manguezal - es allí donde, después de tantas andanzas, el río encuentra el mar. Es allí donde dona Eroni recoge la arcilla del día. Menudita, nadie diría que puede con tanto. Pero guarda dentro de si la fuerza de muchas mujeres que, desde hace siglos, protegen con las manos la memoria de un pueblo indígena. En el camino de vuelta, viejas cantigas alivian el calor de un sol ya tan intenso. Y el día es largo, hay que purificar arcilla y ponerla para dormir. Entonces es necesario despertar lo que fue cogido el día anterior, amasarlo y amasarlo y amasarlo. Darle forma de olla para después quemarla en una hoguera. Todo como fue hecho desde siempre...
Y si acaso, en medio a tantos quehaceres, una visitante llega y le pide para acompañar un poquito su trabajo, esa mujer le contesta con una sonrisa, y sus ojos son tiernos. Le acoge, le cuenta histórias y le enseña a cocinar un pescado con la olla de barro, receta de tiempos inmemoriales. Es todo muy sencillo pero la visitante lo sabe: por mejor que siga la receta, nunca logrará repetir ese plato con el sabor de ese día... el encuentro del río con el mar, la canción del barro, la fuerza y la delicadeza de un alma...