02 octubre 2006

Realidad sumergida



El rostro negro que aparece en el sueño de un ciego.

El nacimiento humano que sucede
tras oír el silencio reiterado de dios,
donde el hombre herido se yergue
en la soledad ajena de los astros.

El poema que encontramos urdido en las entrañas
y que nunca es nuestro aunque nos adjudiquemos su autoría.

La mano invisible que nos arrebata
en la página de un libro abierto al azar
que dibuja los caminos
que conducen al jardín azul
debajo de las palabras.

Todo lo que nos entregaron en el silencio,
calidez, ternura y tiempo sin dueño,
que nos transciende y viaja
por nuestras manos y nuestros abrazos
a generaciones venideras.

El sueño que nos desnuda y deja su rastro
de verdad de zahorí sobre la orilla del alba
en la memoria de nuestra otra existencia.

El deseo como pájaro salvaje de llamas
que llega de continentes oscuros
a ser nuestra carne, nuestra fiebre y nuestra ansia.

El espejo roto convertido en ventana
que nos salva de nosotros mismos.


Publicado por JuanBM

3 comentarios:

La puta que no te parió dijo...

¿Habrá que reflotarla o dejarla protegida en su profundidad?
Que dilema!
Que poesía!
Que abrazo le daría yo a ud.!
(no te puedo tutear en momento así hombre, una vez que alguien me inspira respeto che!)
Beso ;)

Juan B. Morán dijo...

Gracias por los comentarios, yo que soy tímido hasta me sonrojo.

El poema quiere reflejar ese misterio que tiene existir, donde el yo es receptor de muchas realidades que no le pertenecen sino que le habitan: los sueños, el deseo que nos vivifa, ese afecto que recibimos y que nos constituye....

Alguna vez crecer fue romper con el espejo donde siempre nos reflejamos para empezar a ver, a ser encuentro. Sólo los ojos son capaces de lágrimas.

Abrazos
Juan

Anónimo dijo...

Genial! Los espejos son mis flotadores internos que impiden que la boca se me llene de peces en caso de inundación.

Besote!